¿PUEDO VER LOS CONTENIDOS MÁS DESGLOSADOS?
4/3/20252 min leer
¡Claro que sí! Cuando diseñé este programa para formar Educadoras Menstruales, sabía que el aprendizaje debía ser tan cíclico y multifacético como el ciclo menstrual mismo. Por eso, la formación se estructura en dos secciones complementarias de las que deseo hablarte primero:
Parte 1. Resignificando el ciclo menstrual
Aquí emprenderás un viaje personal para sanar tu propia relación con la menstruación, la feminidad y la creatividad. No podemos guiar a otras mujeres y niñas si primero no hemos explorado nuestros propios tabúes, heridas o creencias limitantes. Este espacio es sagrado: trabajamos con arquetipos menstruales y reflexiones que ayudan a transformar el ciclo menstrual de "algo que soportar" para convertirse en la base de su inteligencia emocional, conexión con su intuición y potenciación de su auto estima y sus poderes creativos en el sentido más amplio.
¿Por qué es esencial? Porque una Educadora Menstrual no solo transmite información, sino que acompaña desde la autenticidad. Las participantes suelen decirme: "Entendí mi cuerpo por primera vez" o "Aprendí a honrar mi ciclicidad" y este tesoro lo transmiten desde la comprensión profunda en sus talleres y actividades.
Parte 2. Fundamentos y herramientas pedagógicos
La teoría sin práctica se queda en el aire. En esta segunda parte, nos enfocamos en lo concreto: cómo comunicar, enseñar, escuchar y transformar consciencias. Desde anatomía básica hasta estrategias para talleres inclusivos, pasando por cómo abordar mitos comunes o adaptar contenidos para diferentes edades y culturas, esta parte de la formación es fascinante.
¿Por qué es indispensable? Porque incluso si has resignificado tu propia experiencia, necesitas herramientas claras, veraces y actualizadas para traducir ese conocimiento en acción. Al recorrer estos Módulos, descubrirás cómo diseñar charlas y talleres, cómo manejar preguntas difíciles y conectar con audiencias diversas.
La magia está en la integración.
Algunas llegan al programa buscando sanación personal y se sorprenden al enamorarse de la pedagogía. Otras vienen por lo metodológico y terminan reconectando con su cuerpo en formas inesperadas y trascendentes. Ambas partes son igualmente valiosas, y su división permite que cada mujer avance a su ritmo, según su historia y objetivos.
Como creadora de este programa, mi mayor alegría es ver cómo estos dos pilares —lo vivencial y lo pedagógico— se entrelazan para formar profesionales que no solo educan, sino que además inspiran.
Porque la educación menstrual no es solo hablar de sangre y hormonas: es sembrar dignidad, soberanía y empoderar a las niñas de 8 a 80 años un ciclo menstrual a la vez.
¿Te resonó alguna de estas partes más que la otra? ¡Cuéntame en por mensaje privado!
Mayella